Desperté con demencia por tu voz,
con un rio vivo en mi boca,
con las ansias de probar tu sabor.
Desperté con las manos en el
pecho,
llenando mí ser de tu dulce recuerdo,
guardado por el aroma de tu cuello.
Desperté con tu nombre en labios,
dibujando el contorno de mi boca,
disfrutándolo como manjar de Dios.
Desperté con deseo por tu cuerpo,
recorrer tu piel con mis dedos,
hacerte con mi boca un cielo.
Desperté por ti y ese dulce deseo,
con la idea de pintarnos en un lienzo,
escribirnos en cuerpo y hacernos eternos.
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