martes, 9 de julio de 2013

Al amanecer



Tus labios dulces causan en mi la mañana,
suave rocío de besos que mi lengua embriaga,
tus manos aprisionan suavemente mi recuerdo,
mientras volteo para oler el perfume de tu cuello.

Abro los ojos hacia el amanecer de tu piel,
te veo radiante y bella mi dulce mujer,
saludo con mis ojos a tu boca, mientras te beso,
Y abrazo tus labios con el embrujo de mi fuego.

Tu piel se estremece mientras te devoro con deseo,
aún sabes a la noche y a la entrega de tu cuerpo,
besos lánguidos y despacios  se esparcen en tu boca,
mientras mis manos bajan al lugar que te provoca.

Te observo, cierras los ojos, y mustias un te deseo,
una gota de tu cuerpo se siente entre mis dedos,
esa lluvia bendita que moja el placer de hombre,
esa agua que bautiza las ganas y le cambia el nombre.

Te quiebras entre el meneo de mis dedos en tu cuerpo,
te deslizas a destiempo para que roce tu deseo,
quiebras en voz baja sobre mis oídos,
suspiras y me regalas tus gemidos.

Me tocas y siento tus manos sobre mi sexo,
manipulando con ansia brutal por tenerlo,
abres las piernas y lo acomodas en medio,
te deslizas en el despacio y  sin miedo.

Te mueves hacia delante gimiendo,
tomas de mi cuello mientras te siento,
me dejo  encadenar por  tus piernas,
Sientes más cerca de ti mis caderas.

Hundido en el mar de tus ansias,
me dejo llevar por las olas de tus caderas,
sabiendo que no deparan una tierra


El placer se desborda entre las sabanas,
siento tus manos en mi espalda,
mientras te dejas ir al abrir  tus alas.

Disfrutas el éxtasis del movimiento,
que no soportas más y te vas corriendo,
en un ligero y largo sonido,
tu último gemido.

Es al baile del amanecer,
surcando olas de piel,
sabiendo los dos a placer,
dejando atrás el anochcer.

                

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