La Diabla

Tu velo mezclado entre la punta de mis dedos,
al ir bajando al sendero que te causara el deseo, asi comienzo.

Y robo de tu silencio un beso,
una mirada y una caricia infantil entre tu mejilla.

Para cerrar mis ojos y despertar al demonio,
quien se presenta con un mordisco en tus labios.

Te arrincono contra la pared y te beso el cuello,
bajando a tu centro para subir la falda de tu deseo.

Con mis manos busco desesperado,
 la prenda virgen que cubre tu inocencia,
la arranco con mi boca de un movimiento,
te sientes invadida y te estremeces por dentro.

Tu silencio se rompe con un sonido,
aquel que sepulta el olvido para dejar solo él delirio.

Me miras, has cambiado,
dejaste de ser la sombra para volverte hembra,
tiras de mis cabellos en un movimiento,
acercadolo a tu cuerpo.

Me invitas a lamer el resto de tu piel,
sonrío y veo con que falicidad ha caido el reino de tu cuerpo.

Oh sorpresa, la dama se suelve Fiera,
de un zarpaso me tumbas y me das de beber de tus piernas,
matas al demonio con tus ganas,
que el se queda tras recostado y de espalda.

Orgullosa te meces en mi,
haciendo que mi boca sepa a miel,
el delirio en tu cuerpo se nota,
 tras las torres erguidas de tus pechos,
zafiros envueltos con el fuego de tus manos en ellos.

Ahogandome por el mar de tu deseo,
mis manos piden auxilio,
pero tú cual leona,
me encarcelas en tus caderas,
sonries y te mofas al unisono: "Sumisa Yo?" ,
meguas cual luna para sentirte mas hembra.

En tus labios esta la perla escondida,
aquella que solo se mira cuando estas comiendo sombras,
es el dulce bocado para el deleite de tu cuerpo,
ordenas que siga lamiendo,
yo no tengo opción,
obedezco  con devoción.

Te mueves y estremeces como nunca,
sabes lo que mi lengua provoca,
el sonido se rompe otra vez,
para solo suspirar y dejarte caer.

Una ligera lluvia es la que siento,
te levantas y me miras en el suelo,
bajas a mi costado para tomar la espada de mi cuerpo,
con calmala llevas para hundirla en el mar de tu deseo.

Siento la humedad venir de ti,
lentamente dejas de apretarme las manos,
para encerrarte en mis brazos.

Me miras,vuelves con lascivia,
entierras tus manos en mi pecho respiras hondo y tomas vuelo.

Con furia endemomoniada meces el trono de mi reino,
en tus movimientos siento que muero al sentir tu celo.

Tus manos se vuelven uñas,
desgarras al estremecerte,
siento como el fuego viene de tu vientre.

No paras de asaltarme con tu deseo,
sigues bailando con la luna y el fuego,
mi piel trémula con tu movimiento,
te miro y sigo siendo cautivo.

Siento otra vez la perla surgir,
Varías el movimiento para hacerte sentir,
ligero y profundo, es el hundimiento del nocturno.

Una leve caricia de viento yace en tu boca,
cuando pronuncias mi nombre en la alcoba,
cierras tus ojos y caes en mi pecho,
la diabla se ha ido de tu cuerpo...